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Robert J. Flaherty


En la revista del cineclub Robert Joseph Flaherty, el primero en Honduras y que fue fundado en 1962, Euclides encontró este artículo del director de cine Sami Kafaty. Copiamos en este blog dicho artículo para complementar la presentación de “Nanuk, el esquimal” dentro del ciclo “Las siete maravillas del cine mudo”:

Norteamericano de origen irlandés Robert J. Flaherty nació en Michigán en 1884 y murió en Dummerstan en 1951. Antes de dedicarse al cine frecuenta una escuela minera y luego realiza algunas exploraciones en las regiones árticas. Filmó una película de todas sus experiencias como explorador pero fue destruida accidentalmente. Esta primera tentativa logró despertar su interés por el cine.

Flaherty es sin duda alguna la figura más pura que ha tenido la cinematografía. Al perseguir un ideal de belleza rechaza toda combinación con los productores lo cual lo hace representar una “espiritualizada figura de solitario”.

Lo de Flaherty no es un género, es una “intensidad poética”. El no crea películas sociales, se entretiene líricamente sobre elementos que cree fundamentales para su poética: “ El drama del hombre por la afirmación de su existencia colocándolo al centros del misterioso mundo de la naturaleza”. Sus películas están cargadas de una humanidad que exteriorizándose en ideales de fraternidad llegan a alcanzar valores líricos cuando representa la realidad y épicos al mostrar la naturaleza.

Una casa comercial- Revillón- que se especializaba en el negocio de las pieles le encargó un trabajo: una película publicitaria. Cargado de inteligencia y sinceridad partió hacia la bahía de Hudson donde estuvo 15 meses para conseguir el material de lo que sería:


NANUK. Terminado el montaje en 1922 se proyecta al público que la recibe con gran entusiasmo, con ello Flaherty se presentó como un Jacques Rousseau de cine. Su Nanuk era un buen salvaje que la “civilización” no había rozado ni corrompido “Flaherty narra la vida de este esquimal y su familia sin recurrir a la nota sensacionalista como haría un Jaccopeti-Perro mudo- u otros directores- Mondo Balordo, Secretos de París, etc.- que han surgido recientemente haciendo esos documentales para aprovechar la inconsciente morbosidad de los espectadores. El director se introduce en la vida de Nanuk y participa en ella anotando cada manifestación de esa vida primitiva en que está él y su familia, logrando con una simplicidad extraordinaria la espontaneidad de sentimientos que expresan sus actores improvisados sobre una escenografía natural, consiguiendo con ello una gran pureza cinematográfica.

En 1925 hace “Story of a potter” y “The twenty four dollar island” dos trabajos sin mucha importancia que fueron retiraos de la circulación ya que no correspondían a las exigencias del realizador. Al año siguiente- 1926- y contratado por la Paramount, Flaherty pasa de las regiones polares a los mares del sur. Al estar en medio de las tribus de samoa realiza la obra que según muchos le causo mayor felicidad:

MOANA. Aquí la civilización no ha llegado todavía, y la fácil y sencilla manera de vivir debido a una tierra pródiga que les permitía estar en permanente fiesta y armonía.

En 1928 la Metro Goldwyn Mayer adquirió un argumento de Fred O’ Brian el cual confiaron a Flaherty y Williard S. Van Dyke para su realización. Después de un año de trabajo abandonó el film debido a ciertas concesiones de naturaleza comercial que no quiso hacer con los productores. WHITE SHADOW IN THE SOUTH SEAS fue terminado por Van Dyke; fue la primera película sonora que llegó a Europa.
Si Flaherty en MOANA había descrito la felicidad de las tribus que vivían al margen de la civilización en WHITE SHADOW IN THE SOUTH SEAS muestra el final de tal felicidad al introducirse el blanco en la vida de los indígenas.
Con un argumento propio, y en compañía del director alemán Murnau, Flaherty viajó por tercera vez a los mares del sur donde realizó una de las obras más bellas del cine mudo:

TABÚ. Con este film Flaherty hace la última parte de la trilogía Maorí. La acción se desarrolla en Polinesia y narra en una forma dramática la superstición de los indígenas. Su realización duró un año y medio pero antes de que la filmación de tabú terminara, y por ciertos desacuerdos que surgieron entre los dos directores, Flaherty abandona el film, por esa razón sería difícil atribuir los límites de la colaboración de los dos realizadores de la colaboración de los dos realizadores. Según O. Fantera la primera parte se acerca a las características creativas de flaherty, mientras la historia con su pesimismo pertenece a Murnau.

Después de tabú, viaja a Inglaterra y allí oye hablar de la isla de Arán y sus pescadores interesado en ello al poco tiempo desembarca en la isla en compañía de su mujer, un asistente y todo el equipo necesario para el desarrollo y estampa del material filmado.

Por dos años Flaherty se introduce en la vida de los pescadores para lograr su primera película sonora. Los factores dominantes de EL HOMBRE DE ARÁN son la lucha de los protagonistas contra el mar, el sol y la presa sacada con medios primitivos.
Tres años más tarde se interesa por un cuento de Rudvard Kipling TOOMAI OF THE ELEPHANTS y lo lleva a la pantalla con la colaboración de Zoltán Korda, descubriendo y utilizando a sabú el joven indio como actor principal del film.
La película no muestra la belleza que Flaherty logró con EL HOMBRE DE ARÁN sin embargo en muchas de sus escenas se siente la poesía que emana de un verdadero creador como lo fue Robert J. Flaherty.

De regreso en América realiza LA TIERRA (1938-1941) la película por su emoción y sinceridad es considerada junto a Nanuk sus obras más importantes, La tierra fue prohibida por el ministerio de agricultura por considerarla deprimente y sólo permiten su exhibición en algunas cinematecas.


En 1948 realiza LOUISIANA STORY su última película la cual fue financiada por la Shell. Después de esto viajó a Europa donde inútilmente buscó productor para la realización de un nuevo film. Al sentir que le llegaba la hora volvió para morir en su país. Al margen de Hollywood y contra él, fue el honor y la gloria del cine americano y del cine de todas las naciones que hermanadas e impacientes esperan por la aparición de otro Robert Flaherty ese gran poeta del arte del siglo XX.

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